Recuerdo un artículo publicado en la revista Muy Interesante. Sería entre finales de los años 80/principios de los 90 del siglo pasado, en él se trataba de atisbar hacia donde se encaminaba en un futuro no muy lejano nuestro sistema económico. La contestación que se daba tenía un nombre: neofeudalismo corporativo.
Pasados unos cuantos años y un par de décadas el concepto vuelve a salir, pero no ya como futuro lejano sino como presente próximo. Si están atentos a los breves de ciertas noticias, observarán que de vez en cuando saldrá comentado un tratado que se está negociando desde hace años entre la Unión Europea y los Estados Unidos; su nombre en siglas es TTIP, algo así como Tratado de Trasatlántico de Libre Comercio entre la UE y USA.
Dicho tratado nos será vendido como algo bueno para las relaciones entre ambas orillas del Atlántico Norte, ya que se estima, facilitará el comercio merced a una mejor reglamentación. Sin embargo, existen numerosas voces críticas que informan que lo que se esconde en este tratado es la supresión de la normativa de los Estados a favor de un nuevo marco legal sobre el cual no tendrán poder los mismos, siendo dicho marco supeditado por las corporaciones que están detrás de las negociaciones en curso.
Si esto es cierto (que parece ser que si), los parlamentos de los Estados-Nación no tendrán poder de legislar sobre los ámbitos que este tratado delimite, ni los tribunales de justicia tendrán poder de juzgar posibles excesos o delitos que serán controlados por un tribunal creado dentro de los estatutos de este tratado.
Es un clavo más al ataúd en el cual están siendo enterrados los Estados-Nación nacidos del útero del sistema formado en el siglo XVIII y que en la actualidad parece dar sus últimos alientos de vida. Entretanto se gesta el nuevo modelo, cuyos entes organizativos serán los 3 o 4 grandes bloques que se vislumbran y cuyos señores feudales serán las grandes corporaciones.
Los siervos pónganlos ustedes.
Neno Pucho.
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