A finales del siglo pasado un
osado politólogo ruso lanzó una de esas profecías que en un primer momento
producen hilaridad. Su nombre es Igor Panarin y su tesis describía en un futuro
no muy lejano unos EE.UU de América rotos y divididos en Estados
independientes, dibujando un escenario distópico en el cual debido a una grave
crisis económica la hegemónica potencia verá rotas sus costuras en pedazos. Los
nuevos entes nacidos serían varios: la costa pacífica de influencia China, la
costa atlántica sería también independiente bajo influencia europea, el norte
sería anexionado con Canadá, y el sur sería un estado hispano-mejicano.
¿Difícil que suceda? Todas las
revueltas civiles han sido dirigidas por una parte de los poderes que en un
momento dado han chocado entre si por la estrategia a seguir; sea una rotura
con el viejo Régimen Feudal en favor de un pujante Capitalismo, sea la apuesta
comunista en contra de la capitalista, República contra tiranía o Imperio
contra República. Los peones, siempre la población.
¿Será ahora el momento de la
lucha de un capitalismo de naciones-estado agotado contra un corporativismo
globalizado?
LA
VICTORIA
Sigamos suponiendo escenarios.
Seamos por un momento una España
grande e imperial y pongámonos en la disyuntiva de dar un giro de cara a la
galería en unas elecciones donde se presente un candidato corrupto hasta las
trancas frente a un oponente anti establisment (casta) con un discurso rompedor
de lo establecido.
Supongamos que en nuestro
imaginario país no existen aún fuertes tendencias divisorias, ni multipartitos
que desvirtúan los mensajes. Pensemos que nuestra alternativa es la de un
candidato sobradamente conocido por toda la población, que no tiene piojos en
su coleta, ni es comunista, ni come niños crudos; eso si, le gustan las mujeres
como al que más y les gusta tratarlas a la vieja usanza : galantanería mezclada
con palmadas en las cachas si la moza dispone; un puro espécimen del
heteropatriarcado que, no nos engañemos, a una gran masa de féminas les pone y
añoran, hartas de tanto niñato cuyo icono máximo es un modelo de belleza que
marca goles. Siguiendo por lo políticamente incorrecto, nuestro candidato
escucha por donde va, que la gente está hasta los mismísimos que emigrantes de
otras latitudes se establezcan en nuestro suelo patrio con todos los derechos
ganados y regalados, mientras los patriotas de toda la vida luchan por su
mantenimiento pagando cada vez más tributos a un poder que engorda a solo una
clase funcionarial y corrupta. Ante tanta patera, nuestro candidato dice patada
(con dos cojones) en un debate televisado ante toda la nación y frente al
presidente que pelea por la reelección. La gente alucina: “¡ lo que acaba de
decir este tío! “ dice; “es lo mismo que opino yo”, piensa pero no dice un
público pegado al TV. Esa noche deciden votarlo, no se lo dicen a la parienta
por miedo a no mojar durante un mes, desconociendo que ella también ha caído en
la red de lo que la prensa del día siguiente llama “el nuevo chuloputas
xenófobo”.
Nuestro candidato facha gana por
la mínima entre el pasmo de perroflautas, feministas, izquierdistas low-cost y
subvencionados de todo pelaje. Dado nuestro ADN cainita la volvemos a liar.
¿Posible? Estemos atentos al país del otro lado de los Pirineos.
LA
DERROTA
Una de las primeras cosas que
escuché a los líderes de propaganda periodística de este país fue a la
conductora del principal matinal radiofónico. Esta señora se rasgaba las
vestiduras porque había oído que el señor Donald tenía intención de poner coto
a los poderes de la Reserva Federal, exclamaba la pseudoperiodista que como
podía hacer tal cosa, “hasta aquí podíamos llegar, tratar de imponerse sobre
una entidad privada”. El cortocircuito neuronal debió de ser grave en el
cerebro de quien eso opina, sobre todo porque esta señora es una de los voceros
de quien defiende lo público sobre lo privado y más tratándose de una entidad
como la Reserva Federal americana, partícipe principal del mastodóntico
burbujón de deuda que existe sobre el planeta, madre de dragones que escupen fuego de derivados sobre la economía real. La verdad que nuestra Khaleesi Daenerys no se merece
tal comparación, Cersei Lannister sería el personaje más apropiado y Hillary
Clinton su original. Es penoso que la progresía defienda a este personaje,
alguien responsable como Secretaria de Estado de la destrucción de estados como
Libia o Siria, auténticos ejemplos de convivencia de etnias y religiones varias
con unos estándares económicos muy dignos hasta su demolición. Hoy nos
lamentamos y apenamos con razón cuando vemos escenas de refugiados morir en la
orillas de Mar Mediterráneo. Era el régimen libio de Gadaffi el perfecto dique
de contención de esas masas de gente engañada, hoy Libia se ha convertido en un
estado fallido dirigido por mafias nacidas de una primavera árabe financiada
por la CIA y la casa Saud. Recuerdo a Gadaffi proclamando a quien quisiese
escucharle que era Al Qaeda quien quería derrocarlo. La prensa cortocircuitada.
De Siria ya hemos hablado, la
diferencia más importante se llama Putin, que por fin pudo decir “hasta aquí
habéis llegado”, “si tenéis problemas de exceso de producción y espacio, es
vuestro problema, pero no lo exportéis hasta la puerta de nuestra casa”.
Publicad las fotos que queráis, sancionar a mi país, patrocinad atentados de
falsa bandera; es vuestra desesperanza en un sistema agotado lo que os llevará
a vuestra decadencia. Eso Trump lo sabe,
y también las élites de su país, lo crucial será quien gana la batalla interna,
si los que quieren seguir expansionándose a todo coste o los que entienden que
va siendo el momento de retroceder y dar por hecho el que ya no pueden dominar
un mundo multipolar.
INCONCLUSION
No sé en que acabará la cosa, puede
que ocurran eventos que den un vuelco a
lo que Trump y los suyos pretenden hacer, quizás le hagan comerse el marrón de
la crisis definitiva y ser él su responsable de cara a la población, o es
posible que logre gran parte de lo que promete y el siglo XXI siga siendo otro gran siglo americano. Mientras aquí, en Europa.....ya saben aquello de. barbas, vecino remojar...
Neno Pucho.
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