lunes, 17 de diciembre de 2018

HERMENEGILDA Y PACO

Francisco Castro Calvar siempre vivió la vida como si cada día fuese su último trago y penúltimo polvo. Hijo de Hermenegilda con idénticos apellidos que su progenitora, desconocía quien había sido su padre, la vieja soltaba la tela siempre que se lo pedía, pero prenda sobre su progenitor nunca. Rumores en la parroquia siempre escuchó; que si un trompetista de Los Satélites, que si un portugués estrapelista, un antiguo cura anterior a D. Antonio, un feirante de pulpo de Carballiño, un chófer de Transportes La Unión,……. Vamos que el abanico donde elegir papá era amplio, tanto como la fama de putón verbenero que tenía la vieja, eso sí, ni Dios se atrevía con ella, su dudosa virtud era inversamente proporcional a su mala hostia.

viernes, 16 de marzo de 2018

Moisés P. Sánchez-Génesis


Mejor álbum de Jazz para Moisés P. Sánchez por "Metamorfosis" en la X Edición premios MIN 2018.


miércoles, 21 de febrero de 2018

LA ESTACA

Aquella cinta de casette no debería estar allí. Mi hermana mayor llevaba meses recordándome que tenía que recoger mi viejo equipo de música Phillips del que fue mi hogar décadas atrás, así que un día de un triste aniversario lo cargué en mi coche y me lo llevé. Semanas, o quizás años tuve el tocadiscos con doble pletina aparcado en una esquina de mi salón acumulando polvo producto de mi dejadez. Decidí enchufarlo una tarde, recordar como eran aquellos sonidos analógicos emanados de algún vinilo con manchas de humedad blanquecinas sobre fondo negro que guardaba en el mueble-bar. Pulsé el botón de encendido y aparentemente funcionaba, la decepción llegó cuando comprobé que del disco de INXS solo salían unos ruidos inaudibles, la aguja estaba rota. Antes de apagar el aparato, sin motivo aparente pulse la tecla eject de una de las pletinas. Allí estaba, una cinta TDK sin nombre, de aquellas que se usaban y reusaban para grabaciones de música emitidas en radio fórmulas en los años 70-80 del siglo pasado. La volví a introducir y por inercia pulse Play. Lo que allí se oía no era ninguna canción grabada de la radio, ni copia alguna de otro casette original. Era Juan el que cantaba y su guitarra la que sonaba. Que fuese Juan no lo recordé al instante, a mi mente le costó rebobinar más de cinco décadas hasta situarme en el año 1984. Cantaba “La estaca” de Lluis Llach.