Francisco Castro
Calvar siempre vivió la vida como si cada día fuese su último
trago y penúltimo polvo. Hijo de Hermenegilda con idénticos apellidos
que su progenitora, desconocía quien había sido su padre, la vieja
soltaba la tela siempre que se lo pedía, pero prenda sobre su
progenitor nunca. Rumores en la parroquia siempre escuchó; que si un
trompetista de Los Satélites, que si un portugués estrapelista, un
antiguo cura anterior a D. Antonio, un feirante de pulpo de
Carballiño, un chófer de Transportes La Unión,……. Vamos que el
abanico donde elegir papá era amplio, tanto como la fama de putón
verbenero que tenía la vieja, eso sí, ni Dios se atrevía con ella,
su dudosa virtud era inversamente proporcional a su mala hostia.
MIENTRAS TE TOMAS UN DESCANSO PARA MEAR, EL MUNDO PUEDE DEJAR DE SER EL MISMO.
lunes, 17 de diciembre de 2018
viernes, 16 de marzo de 2018
Moisés P. Sánchez-Génesis
Mejor álbum de Jazz para Moisés P. Sánchez por "Metamorfosis" en la X Edición premios MIN 2018.
miércoles, 21 de febrero de 2018
LA ESTACA
Aquella cinta de casette no debería estar allí. Mi hermana mayor
llevaba meses recordándome que tenía que recoger mi viejo equipo de
música Phillips del que fue mi hogar décadas atrás, así que un día de un
triste aniversario lo cargué en mi coche y me lo llevé. Semanas, o
quizás años tuve el tocadiscos con doble pletina aparcado en una esquina
de mi salón acumulando polvo producto de mi dejadez. Decidí enchufarlo
una tarde, recordar como eran aquellos sonidos analógicos emanados de
algún vinilo con manchas de humedad blanquecinas sobre fondo negro que
guardaba en el mueble-bar. Pulsé el botón de encendido y aparentemente
funcionaba, la decepción llegó cuando comprobé que del disco de INXS
solo salían unos ruidos inaudibles, la aguja estaba rota. Antes de
apagar el aparato, sin motivo aparente pulse la tecla eject de una de
las pletinas. Allí estaba, una cinta TDK sin nombre, de aquellas que se
usaban y reusaban para grabaciones de música emitidas en radio fórmulas
en los años 70-80 del siglo pasado. La volví a introducir y por inercia
pulse Play. Lo que allí se oía no era ninguna canción grabada de la
radio, ni copia alguna de otro casette original. Era Juan el que cantaba
y su guitarra la que sonaba. Que fuese Juan no lo recordé al instante, a
mi mente le costó rebobinar más de cinco décadas hasta situarme en el
año 1984. Cantaba “La estaca” de Lluis Llach.
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