A finales del siglo pasado un
osado politólogo ruso lanzó una de esas profecías que en un primer momento
producen hilaridad. Su nombre es Igor Panarin y su tesis describía en un futuro
no muy lejano unos EE.UU de América rotos y divididos en Estados
independientes, dibujando un escenario distópico en el cual debido a una grave
crisis económica la hegemónica potencia verá rotas sus costuras en pedazos. Los
nuevos entes nacidos serían varios: la costa pacífica de influencia China, la
costa atlántica sería también independiente bajo influencia europea, el norte
sería anexionado con Canadá, y el sur sería un estado hispano-mejicano.