Estupefactos asistimos al suicidio de unas de las piezas principales del Régimen del 78, siendo uno de sus protagonistas la clave de bóveda que hace caer el partido al que los verdaderos poderes colocaron para conducir a buen puerto la segunda restauración borbónica.
En el nuevo orden no hay sitio para las excentricidades, aún hay mucho por cobrar y más por construir, por ello si hace falta se moverán todos las piezas del tablero para que todo siga más o menos su curso y a nadie se le ocurran aventuras fuera de lo establecido.
Esta semana ha hablado Felipe, PRISA ha puesto toda la maquinaria a funcionar a la par que el resto de los mass media, y todo para hacer frente a la posibilidad que este Estado no siga donde debe y con quien debe. En frente: los financiados por el otro lado del tablero, al cual un inocente Pedro se quería arrimar. Si hiciese falta le mandan la 6ª flota.
Dos o más Españas: la que se cree de izquierdas contra la que solo dice serlo, la de sur con sus paguitas y mamandurrias contra la del norte que se quiere ir, la pro imperio contra la utópica, la viejuna medrosa de perder sus lujosas pensiones contra la generación perdida, gran hermano contra el heteropatriarcado, y así el largo etcétera que ustedes crean conveniente.
Les dejo con lapaginadefinitiva.com con un buen análisis.
N.P.
Hay muchas cosas que se pueden decir del PSOE, pero nadie puede negarles que tienen sentido del espectáculo. Frente a las aburridas luchas internas entre la Gente de PABLO y de Errejón, y no digamos frente a esa olla a presión, siempre a punto de estallar (pero que nunca, nunca, nunca estalla), que según la prensa es el PP, cuando el follón se monta en el PSOE lo hace a lo grande.
El PSOE es un partido en crisis desde hace años. No hay ideas novedosas, sólo iniciativas blanditas de izquierda verbenera; no hay liderazgos, sólo grises apparatchiks que, además (y esto es lo más grave), parecen creer (y los que viven de ellos así lo atestiguan) que son líderes carismáticos con innegable tirón popular; y cada vez hay menos votantes.
En el lado positivo, sólo la constatación de un hecho: el partido de la Gente, el partido que iba a conquistar los cielos, Podemos, está tan vacío como el PSOE, y el paso del tiempo (llevamos dos años y medio desde su aparición) no sólo no sirve para paliar dicho vacío, sino que lo ensancha, al comprobar, una y otra vez, cómo lo único que se debate en el seno de Podemos es quién usufructuará esa confianza de la Gente, esto es: quién manda.
Sánchez llegó a la secretaría general del PSOE porque pasaba por ahí. Había que cerrarle el paso a Madina (que encarnaba el continuismo del aparato rubalcabista entonces al frente del invento), y apareció el elefante blanco: Susana Díaz, presidenta de Andalucía a dedo de Griñán, toda su vida en el PSOE andaluz, cero días trabajados en cualquiera que sea su especialidad profesional. Con ese instinto político asesino que le ha caracterizado siempre, esa inteligencia privilegiada que la gente que tiene a sueldo afirma con entusiasmo que posee, Susana decide no presentarse si no es por aclamación y postula a un desconocido que pasaba por ahí contra su archienemigo Madina: Pedro Sánchez.
Y así es como llega Vacío a la secretaría general del PSOE. Una persona a la que no llamamos Vacío para insultarle, para negarle el nombre en una malvada estrategia nazi-parafascista, sino para definir su ideario político y social. Sánchez llega y, desde el minuto uno, se dispone a hacer lo que estima mejor para su conveniencia, y punto. Lo mismo un día se cepilla a Tomás Gómez (otro genio de la política española) en un golpe palaciego que el diario El País apoyó con entusiasmo en una encuesta encargada, elaborada e interpretada en cuestión de minutos, que otro te posa con una bandera gigante de España, que el de más allá te dice que nunca pactará con el populismo, o que, como el populismo resulta que es necesario, pues que si hay que ensayar un posible pacto con Podemos, PNV, Convergència, CC, ERC y Bildu, pues se intenta, joder. A Vacío lo puedes rellenar con socialdemocracia, con populismo bolivariano, con centro reformista, y con lo que haga falta.
Precisamente por eso es tan divertido que sus enemigos internos, los “críticos” del PSOE, hayan dotado de tanta credibilidad al último personaje de Vacío: el de último mártir de la izquierda, bastión de los principios ideológicos, paladín del socialismo, némesis de la derecha corrupta española, hombre que votó NO al Gobierno de progreso de Rajoy. Un papel que, por supuesto, obedece exclusivamente a una realidad muy particular: con cualquier otro papel, por ejemplo el de responsable líder de la oposición que se abstiene en pro de la gobernabilidad, Sánchez tendría los días contados: los “críticos” le agradecerían los servicios prestados, se lo cepillarían y hala, a ver qué maniobra maquiavélica se le ocurre a Susana ahora para seguir obteniendo resultados electorales históricos.
En cambio, si Sánchez vota NO hay tres posibilidades: o bien Rajoy desiste y Sánchez logra acaudillar un Gobierno alternativo, con lo que sería presidente del Gobierno (¡la locura!); o bien vamos a nuevas elecciones, que es como que cuando acabas de morir en la pantalla final logras una vida extra para volver a intentarlo; o bien se monta un show contra el paladín de la izquierda y éste, gane o pierda el pulso, consigue un insólito caudal de simpatías y solidaridades que quizás le valgan para acabar saliéndose con la suya en la reelección al frente del partido o, como mínimo, para pasar de ser Vacío a “ese tío que se enfrentó a la derecha española, el IBEX y a los sucios barones del PSOE; ¡qué huevos tiene!”.
Estamos en la opción tres, como parece claro, y Sánchez va ganando en la opinión pública por goleada, merced a la inestimable ayuda, por un lado, de los editoriales del diario El País, que parecen escritos por un cura castrense de los años cuarenta, por lenguaje y espíritu (ese “insensato sin escrúpulos” suena a la voz en off de un No-Do); y, por otro, de los críticos en sí, cuyo programa parece ser “echemos a Sánchez, el insensato sin escrúpulos, y pongamos a otro en su lugar, por ejemplo Madina, o la propia Susana Díaz, para que se abstenga en la investidura de Rajoy en pro de la gobernabilidad”. Un programa ilusionante donde los haya al que, como mínimo, hay que reconocerle una cosa: ha conjurado definitivamente el peligro de unas terceras elecciones, porque si malo es tener un Gobierno de Sánchez con Bildu y ERC, y malo es permitir que Rajoy siga gobernando, ir a unas elecciones en estas condiciones, gane quien gane el pulso, es directamente suicida para el PSOE: si gana Sánchez, el PSOE perderá voto moderado, serio, que no quiere líos, a raudales; si ganan los “críticos”, pues ya me dirán, fiesta en Podemos.
Ayer vivimos momentos antológicos. Para mi gusto el mejor fue ver a un tal Pradas, encargado de llevar las dimisiones de los críticos para forzar (sin éxito) la dimisión de Sánchez, diciendo con lágrimas en los ojos que le habían impedido acceder a su despacho “y ahí se ha quedado la foto de mi hijo”. ¡Joder, si aún se hubiera quedado su hijo dentro, pues vale, pero una foto digo yo que aguantará todas estas horas sola, en la oscuridad…!
Mientras tanto, por supuesto, en Podemos se frotan las manos, porque piensan (y no se equivocan) que esto es un paso de gigante para su objetivo de ocupar un espacio hegemónico en la izquierda. Como mínimo, por lo que implica el show que estamos viviendo y porque resulta sumamente eficaz para quitar de la agenda de los medios los follones internos que también tienen ahora mismo en Podemos. En el largo plazo, porque habrá votantes del PSOE que acabarán por largarse a otros partidos, y entre ellos muchos lo harán a Podemos a poco que Pablo no dé mucho la tabarra con sus macarradas y chulerías (lo cual, sin duda, es difícil). Sobre todo, naturalmente, si quien vence al final, como parece probable, es el bando de los críticos con su programa “doy un golpe palaciego chungo para echar al que no quiere votar a Rajoy y pongo a otro para que vote a Rajoy, pero todo desde la izquierda, eh, IZQUIERDA de la buena, un compromiso irreductible con los principios del socialismo como nunca se ha visto”.
Incluso puede pasar que haya una escisión, sueño húmedo de los podemitas (y del PP, obviamente), con ese 20% del electorado dividiéndose por la mitad, a poder ser, para así tener el 45% de votantes de izquierdas que oscilan entre PSOE-Podemos-IU cuanto más disgregados, mejor. Pero Podemos, ojo, con la hegemonía, con 80 diputadazos del Cambio que se opondrán al PP con firmeza, ilusión y, sobre todo, muchas, pero muchas metáforas, chascarrillos y frases hechas de gran efecto en las redes sociales de Podemos y afines.
Mientras tanto, al fondo, en el salón de Moncloa donde mejor se recibe Canal + Liga, Mariano espera pacientemente. ¿Recuerdan qué tiempos aquéllos, hace unos meses, cuando todo el mundo decía que Mariano estaba muerto y sólo en LPD defendíamos que aquí había Mariano para rato? Pues ahora igual está el hombre haciéndose un chequeo para decidir si gobernará otras cuatro o cinco legislaturas más o tan sólo dos más, una vez desactivado el PSOE y reabsorbido Ciudadanos en la “gran familia” del centro derecha. Mariano, que pasó y pasa olímpicamente de los mentideros de la ciénaga madrileña, al que le da igual todo eso que dicen personas “muy importantes”, aficionados a conspirar para cepillarse a los que no les bailan el agua, ahí sigue, mientras el PSOE, con los críticos escuchando los cantos de sirena de esas personas “muy importantes”, que ayer querían cargarse a Rajoy y hoy quieren que los demás apoyen a Rajoy (¡parecen Susana Díaz!), ya ven cómo está.
fuente: http://www.lapaginadefinitiva.com/
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