LA FUENTE DEL TIEMPO. CAPITULO 0-2

Su nombre quizás fuese Daniela, su olor era a fresa, su color negro y su sexo también.

De vuelta a lo que se suponía que era tu hogar volviste a posar la vista en aquel motel. No sabes si por cierta incomodidad que sentiste en la entrepierna o por un buen recuerdo, decidiste volver a entrar.

Tus experiencias sexuales siempre fueron parte de una transacción entre lo económico y lo fisiológico.
Apenas llegaste a intuir alguna vez lo que fue un amor correspondido, un vago recuerdo de algo que nunca llego a culminar y que siempre te dejó dudando sobre lo que realmente eres.

Apurabas la primera copa cuando una morena de pelo y piel se te acercó. Solo necesitaste que su mano te rozase con suavidad para decirle que si. 

No te sorprendió que lo que parecía una cosa fuese otra, ni que lo que comenzó siendo poder se tornase en sumisión por tu parte. Algo en ti decidió que esa noche las cosas no volviesen a ser como antes y que la oscuridad de lo oculto fuese cosa del pasado. Habías decidido que solo merecía la pena huir de lo que el poder ordenaba que fuese delictivo y dejarse atrapar por lo que tu cuerpo pedía desde siempre.

Cuando despertaste ella y tu identidad habían desaparecido. Lo supiste cuando empezaste a recordar lo sucedido en aquella extraña habitación sin ventanas por las que huir y con una sola puerta por la que entrar.

Te diste una ducha dejando mojar todo tu cuerpo pero procurando salvar las manos del agua para preservar su negro olor que aún perduraba en ellas. Abajo aún se oía gente, debería de estar abierto aún el garito a pesar de que intuías que estaba amaneciendo.

Bajando las escaleras ya notaste que algo no cuadraba. Lo que antes era música ahora sonaba a noticiero, lo que de noche eran chicas que fumaban se habían tornado en camareros y las copas que servían eran ahora cafés con leche y croissant.

Todo había vuelto a cambiar en apenas 48 horas: el motel, Daniela, tú y el tiempo.

Un café solo fue lo que pediste, una noticia la que aparecía en un periódico abierto, tú el protagonista de la misma.

 Agencias. 07 de enero de 2014.

El pueblo castellano de Fuentecasas ha sufrido lo que parece la reaparición del terrorista que la durante finales de la década pasada destruía los relojes de los ayuntamientos mediante la utilización de explosivos de fabricación casera. Decimos que parece, pues N.P. apareció muerto en un hotel madrileño colgado de una soga con un manuscrito a sus pies en lo que pareció una confesión de sus actos.

Recordemos que hasta 11 ayuntamientos fueron víctimas de tan reprobables fechorías entre los años 2008 y 2010 en las cuales no se tuvo que lamentar daño personal alguno, pero si graves destrozos en las casas consistoriales. Ante tales hechos una brigada especial de la Guardia Civil
fue encargada de la investigación, cercando al sospechoso el 11 de noviembre de 2010 en un motel de carretera de dudosa dignidad, donde tras más de 11 horas de cerco se procedió a entrar por la fuerza, hallándose colgado el principal sospechoso.

Parecía así que se cerraba el caso, cuando ayer lunes 6 aproximadamente a las 11:00 horas se escuchó una fuerte explosión en  la Plaza Mayor de Fuentecasas. Personadas las fuerzas de seguridad en el lugar de los hechos se pudo constatar que la explosión había dañado irremediablemente el reloj que figuraba en el frontispicio de la Casa Consistorial, no afectando a ningún otro bien público ni persona alguna.

Una vez vallada la zona y después de una rápida inspección realizada por agentes de la Benemérita, se pudo encontrar al pie de la escalera principal del edificio una nota manuscrita en la cual, según fuentes próximas al caso, indican que se podía leer "que no midan tu vida, que no limiten tu tiempo, que no te quiten tu libertad", firmado P.N.

Otras fuentes próximas apuntan a que el cadáver aparecido en noviembre de 2011 pudo no ser del sospechoso N.P. y apuntan a un posible colaborador, pues nunca se pudo constatar la identidad del difunto y presunto suicida.

Esta previsto que mañana a las 12:00 horas las principales fuerzas políticas del pueblo se manifiesten en el lugar de los hechos como repulsa a tan graves acontecimientos.

N.P.