Se suele decir que en una guerra la primera derrota la sufre la verdad, salvo en Spain donde la verdad, como decía Sabino Fernández Campo sobre Armada, "ni está ni se la espera", o peor aún; ni siquiera tenemos la osadía de inventarnos nuestras propias mentiras estando a expensas de lo que se dicte desde fuera para verter a nuestro populacho la opinión que debe de tener sobre los sucesos de máxima importancia que están sucediendo en Ucrania (por ejemplo).
La mayoría dirá que la cosa no va con él, o que tio Sam nos salvará del envido putiniano, ignorando que lo que se está jugando sobre el tablero mundial es un jaque en toda regla al sistema económico sobre el que hemos nacido y crecido.
¿Recuerdan cuando allá por el lejano año 2007 unas "cosas" que se llamaban subprime salieron en las páginas de economía de la prensa?
¿Eran conscientes de lo que ello implicaba?
Si su respuesta en no, reflexionen el porqué y mediten si lo que hoy saben sobre Ucrania se corresponde con la verdad.
Me van a permitir para finalizar que copie un comentario extraído de burbuja.info del forero Rabioso.
Gracias por su atención.
N.P.
La ánexión rusa de Crimea, llevada a cabo en respuesta al golpe de estado occidental el Ucrania, tiene enormes consecuencias a largo plazo. Más allá de los acontecimientos que puedan tener lugar posteriormente en Ucrania (incluyendo el intento de EEUU de montarle una „trampa afgana“ a Rusia en Ucrania), lo cierto es que la estructura de poder mundial ha sufrido enormes cambios.
En términos estratégicos, Rusia ha puesto en cuestión el futuro mismo de la OTAN. Pese a que la anexión de Crimea pone el control del Mar Negro en manos de Rusia y situa de repente a Turquía, Bulgaria y Rumanía en la primera linea de frente en el caso de un conflicto con Moscú, la reacción unánime de todos los países (incluido EEUU) ha sido de negarse a emplear medios militares para frenar el avance ruso. Tras la Guerra de Georgia en 2008, es la segunda vez en que el uso de la fuerza militar por Rusia en respuesta a una provocación occidental deja en evidencia que la alianza militar occidental es un tigre de papel, capaz tan sólo de llevar a cabo conflictos contra enemigos incapaces de defenderse, como Libia, Yugoslavia o Afganistán. Esta debilidad no es de carácter militar, sino político: los intereses de EEUU y la UE chocan a la hora de establecer una política a seguir en el este de Europa; es muy significativo que dos antiguos jefes de gobierno alemanes, Kohl y Schmidt, hayan calificado el golpe en Kiev de provocación contra Moscú.
Asimismo, la capacidad de maniobra de occidente el Europa oriental ha quedado debilitada: con la invasión de Crimea, Rusia ha acabado con la estrategia de las „revoluciones de colores“ consistente en derribar gobiernos en el espacio postsoviético contrarios a los intereses estratégicos estadounidenses. Tras recuperar el control de Asia central, ahora Rusia dispone de la ley aprobada para legalizar la anexión de Crimea para llevar a cabo anexiones de territorios en paises cuyos gobiernos no considere legítimos. Si occidente intentase derribar al actual gobierno georgiano como en 2003 o dar un golpe similar al de 2009 en las próximas elecciones en Moldavia, Rusia podría responder con la anexión de alguna de las autoproclamadas repúblicas secesionistas de dichos países, que cuentan con bases militares rusas; estos conflictos territoriales, además de debilitar al ya debilitado sector pro-occidental de las élites locales, bloquean el ingreso de esos países en la OTAN, según el protocolo para aceptar nuevos miembros, de manera que una futura expansión de la OTAN queda reducida a los Balcanes, en el mejor de los casos.
En términos económicos, la negativa de Moscú a aceptar sin más la injerencia occidental en el espacio ex-soviético implica que, a partir de ahora, la UE ha perdido su condición de „mejor de los mundos“, y vá a tener que competir con Rusia. El golpe en Ucrania y la respuesta rusa es un ejemplo perfecto de ello: la pretensión de Bruselas de imponer el modelo neoliberal a Ucrania para hacerse con el control de un mercado de 46 millones de personas sin pagar nada a cambio ha fracasado ante la contraoferta rusa de energía barata, créditos de miles de millones de éuros y enormes contratos para la industria ucraniana. La comparación entre la inexistente oferta de la UE (más bién un diktat puro y duro) y la enorme oferta rusa fué el motivo del abandono de los planes ucranianos de acercarse a la UE, lo que a su vez fué respondido con la desestabilización occidental y finalmente el golpe del 23 de febrero.
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A pesar de la oposición frontal rusa a aceptar el golpe en Ucrania, occidente sigue pretendiendo no pagar por Ucrania: en su reciente visita a Ucrania, Biden (vicepresidente de EEUU) ha ofrecido tan solo 50 millones de ayuda a una Ucrania que debe 16.000 tan sólo a Rusia, ayuda calificada de ridícula por el ex-jefe de gobierno de Chequia, Vaclav Klaus, que ha recordado que esa suma equivale al coste del vuelo de Biden a Kiev. En realidad, occidente pretende seguir el modelo llevado a cabo en Yugoslavia, empleando un programa de ajuste del FMI para enriquecerse a costa de Ucrania; el defenestrado presidente Yakunovich se opuso sistemáticamente a aceptar las condiciones del FMI, mientras que el gobierno golpista declaró nada más hacerse con el poder su disposición a imponer las medidas exigidas: reducción de sueldos y pensiones (un 50%), fin de subsidios y ayudas estatales, aumento de las tarifas energéticas y de transporte... La invasión de Crimea impide la puesta en marcha de esa salvajada, ya que Rusia en Crimea ha aumentado los salarios y pensiones, reducido los costes eneregéticos y anunciado fuertes inversiones. La comparación entre lo que ofrece Rusia y lo que exige la UE vá, a medio plazo, a provocar enormes tensiones entre la población ucraniana, desprestigiar a la UE y aumentar el campo pro-ruso entre la población.
La incapacidad de la UE de ofrecer una alternativa económica atractiva frente a la oferta rusa es en realidad un espejo de la debilidad general del capitalismo occidental. Dicha debilidad quedó en evidencia con el fracaso de EEUU al intentar que la UE impusiera sanciones a Rusia, algo a lo que hasta Inglaterra se opuso. Las protestas de los representantes económicos alemanes (dependientes del mercado ruso para sectores como el automóbil, así como de los suministros energéticos), fueron idénticas a las de los mandatarios ingleses, vetando cualquier sanción que afectase los negocios de la city con Rusia, o la resistencia francesa a cancelar sus suculentos contratos armamentísticos con Rusia. De esta forma, las amenazas de sanciones por parte de occidente se transformaron en un bumerang que demostró la debilidad europea frente a una Rusia cada vez más fuerte.
Consecuencias: Desprestigiado militarmente y con una debilidad evidente en términos económicos, el bloque occidental que ha pretendido imponer su hegemonía al resto del mundo tras la caida de la Unión Soviética puede considerarse muerto tras la anexión de Crimea. De hecho, el síntoma más evidente de la debilidad occidental es su incapacidad de convencer a su propia población de la „bondad“ de sus acciones y la maldad intrínseca de Rusia. Según diversas encuestas, en Alemania la mayoría de la población simpatiza (o al menos comprende) la posición rusa, y en paises tan dispares como Inglaterra o Moldavia Putin es el lider político mejor valorado. Lo cierto es que la operación rusa en Crimea, tomando el control de la península sin pegar un solo tiro, no requiere de esfuerzo propagandístico alguno por Rusia: los resultados hablan por sí mismos. Occidente, en cambio, ha de mentir constantemente para justificar sus salvajadas en Libia, Kosovo, Siria o Irak, y el resultado se ha visto en la votación en la ONU para condenar la anexión rusa: aparte del bloque occidental y sus aliados, la mayoría de Africa, América latina y Asia se abstuvo de condenar a Rusia, sumando su población la mitad de la humanidad e incluyendo a 6 potencias nucleares, mientras que los que votaron en contra de la anexión representaban tan sólo una décima parte de la población mundial. La abstención de países como Israel o los Emiratos Árabes Unidos fué un ejemplo más de la creciente pérdida de influencia de occidente.
El inevitable resquebrajamiento del bloque occidental continuará, debido a que EEUU no puede permitirse dejar de imponer sus intereses a una UE debilitada, ya que de lo contrario Rusia podría alcanzar su objetivo de establecer una alianza entre la UE y su propio bloque de estados, la Unión Económica Euroasiática. Mientras Washington está cada vez más debilitado y a la defensiva, China y Rusia, sus principales oponentes en el tablero global, aumentan su influencia y poder. Sus presupuestos militares aumentan constantemente mientras occidente recorta los suyos, y frente a la hegemonía del dolar intentan poner en marcha medidas para a medio plazo independizarse de él, extendiendo el uso de sus propias divisas. Hoy día, el fín de la hegemonía occidental y la consiguiente fragmentación del poder mundial es más posible que nunca.
Si Rusia fuese tal amenaza , los bazares chinos estarían exponiendo ya gorros de zorro tibetano....
ResponderEliminarLo que está pasando no es más que el sueño imperialista de un ex007 metido a políticucho.