La
foto publicada hoy en el Faro de Vigo me ha llevado a una “profunda”
reflexión. Una catarata de “deja vus” han brotado de mi mente,
trasladándola a un pasado reciente que algún iluso creyó
enterrado. El personaje retratado ha vuelto, con más años pero con
el mismo desparpajo y atractivo del que tuvo y aún retiene. Es ver
su retrato y evocar los años de esplendor de finales del siglo
pasado y unos pocos del presente en curso; su sola presencia hace
brotar el optimismo, el PIB, la beatiful people y si me apuran la
subida del precio de la vivienda o la facturación de las clínicas
de cirugía plástica.
Es
ella (y él) de nuevo, con tipazo de treintañera en cuerpo de
sesentona, con kilos de botox disimulados con su preciosa melena
tapacolgajos; mostrando que cualquier tiempo pasado puede ser
presente, que la crisis fue un mal sueño y que de nuevo nuestros
iconos patrios y caseros vuelven para salvarnos de nuestra melancólica
existencia. Perdonaremos sus extravagancias, sus pasadas de frenada,
su contabilidad creativa, su verborrea, para que todo de nuevo vuelva
a ser posible. Si Elon Musk nos puede llevar a Marte, si Stephen
Hawking aboga por abandonar el Sistema Solar, porque su retorno no
puede traer estaciones de tren, circuitos de velocidad o túneles que
nos libran de atascos. No vivimos en Los Ángeles, pero podemos
emularlos; no somos Mónaco pero algo sabremos de paraísos; solo es
cuestión de ganas, de talento, de llevarse bien con la familia y de
taparnos las vergüenzas con terabytes de photoshop.
Neno
Pucho.
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