jueves, 9 de abril de 2015

TIBURONES Y REMORAS

Esta primavera se reproducen como setas en otoño, ayer mismo vi un espécimen en acción, un verdadero macho alfa de su manada.

Fue solo con escuchar su voz al otro lado de la acera para que, sin tan siquiera verlo, percatarme de su presencia. Colgado de su teléfono móvil hablaba a la vez que gesticulaba, como buen ejemplar de su especie tenía la rara habilidad de hacer varias cosas a la vez, capaz como nadie de cerrar alguna promesa por vía telefónica a la par que saludar a un paseante y dar la correspondiente palmada en la espalda a otro que pasaba a su vera, y todo ello con la mejor de sus sonrisas; dicen algunos especialistas que hay que ha visto a alguno realizar todo esto a la vez que le realizaban un selfie con un niño en brazos, es posible.


Andan como en celo, así no es difícil detectarlos a lo lejos por sus sonidos característicos, tal cual semeja a una onomatopeya su frase más característica que dependiendo de la zona parece entenderse como un “dalo por hecho” o quizás “eso está hecho”.

Alrededor de ellos abundan otras especies semejantes a las rémoras que viajan al lado de los tiburones, tienen las mismas características de este singular pez ya que suelen alimentarse de los despojos que su jefe va soltando a la vez que este se beneficia de los múltiples servicios de limpieza de bajos que realizan.

Últimamente alguno ha sido cazado para ser estudiado en cautividad. Reproducirse en ese ámbito no les ha sido posible todavía, dado que aún son pocas las especies de su otro género apresadas, no olviden que los mejores ejemplares son verdaderos machos alfa y solo les gusta reproducirse en libertad y en plenitud de sus facultades físicas y psíquicas, además de entrar en un extraño letargo en cuanto les da la sombra.

Su pelaje es variopinto, dependiendo de la zona van desde el azul cielo hasta el rojo chillón, en mi zona abundan más de los primeros debido a una extraña endogamia que los hace reproducirse entre ellos constantemente, lo que está ocasionando extrañas conductas llegando a defender posturas contrarias a lo que su familia postula, por ello no es difícil ver a algún ejemplar azul con sarpullidos rojos en todo su cuerpo. Creo que es un síntoma degenerativo que se debe analizar.

Su alimentación va con cargo al resto del reino animal, les va de todo: desde terrenos urbanizables a subvenciones encubiertas, aunque como últimamente la cosa se está poniendo un poco difícil empiezan a abundar algunos casos de canibalismo.

Así que ya saben, si estos días escuchan un “dalo por hecho”…, aplaudan, déjense sobar un poco, háganse una foto y la cuelgan. Todo sea por la supervivencia de esta “entrañable” especie: el candidato.


Neno Pucho.

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