Esta primavera se reproducen como
setas en otoño, ayer mismo vi un espécimen en acción, un verdadero macho alfa
de su manada.
Fue solo con escuchar su voz al
otro lado de la acera para que, sin tan siquiera verlo, percatarme de su
presencia. Colgado de su teléfono móvil hablaba a la vez que gesticulaba, como
buen ejemplar de su especie tenía la rara habilidad de hacer varias cosas a la
vez, capaz como nadie de cerrar alguna promesa por vía telefónica a la par que
saludar a un paseante y dar la correspondiente palmada en la espalda a otro que
pasaba a su vera, y todo ello con la mejor de sus sonrisas; dicen algunos
especialistas que hay que ha visto a alguno realizar todo esto a la vez que le
realizaban un selfie con un niño en brazos, es posible.
Andan como en celo, así no es
difícil detectarlos a lo lejos por sus sonidos característicos, tal cual semeja
a una onomatopeya su frase más característica que dependiendo de la zona parece
entenderse como un “dalo por hecho” o quizás “eso está hecho”.
Alrededor de ellos abundan otras
especies semejantes a las rémoras que viajan al lado de los tiburones, tienen las
mismas características de este singular pez ya que suelen alimentarse de los
despojos que su jefe va soltando a la vez que este se beneficia de los
múltiples servicios de limpieza de bajos que realizan.
Últimamente alguno ha sido cazado
para ser estudiado en cautividad. Reproducirse en ese ámbito no les ha sido posible
todavía, dado que aún son pocas las especies de su otro género apresadas, no
olviden que los mejores ejemplares son verdaderos machos alfa y solo les gusta
reproducirse en libertad y en plenitud de sus facultades físicas y psíquicas,
además de entrar en un extraño letargo en cuanto les da la sombra.
Su pelaje es variopinto,
dependiendo de la zona van desde el azul cielo hasta el rojo chillón, en mi
zona abundan más de los primeros debido a una extraña endogamia que los hace reproducirse entre ellos constantemente, lo que está ocasionando extrañas
conductas llegando a defender posturas contrarias a lo que su familia postula,
por ello no es difícil ver a algún ejemplar azul con sarpullidos rojos en todo
su cuerpo. Creo que es un síntoma degenerativo que se debe analizar.
Su alimentación va con cargo al
resto del reino animal, les va de todo: desde terrenos urbanizables a
subvenciones encubiertas, aunque como últimamente la cosa se está poniendo un
poco difícil empiezan a abundar algunos casos de canibalismo.
Así que ya saben, si estos días
escuchan un “dalo por hecho”…, aplaudan, déjense sobar un poco, háganse una
foto y la cuelgan. Todo sea por la supervivencia de esta “entrañable” especie:
el candidato.
Neno Pucho.
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