jueves, 7 de julio de 2016

DIETA CRISTIANA

Durante la persecución a la que estaba siendo sometido por los abdominales sin un puto pelo de CR7 a alguien escuché decir, en referencia a los “welcome  refugees”, que como no íbamos a ser pasto de esta moderna migración de lo pobre sobre lo rico, si para nuestros hambrientos y peligrosos conquistadores los cánones de belleza son las celutitis de nuestra mente y corpore sano, si mientras peleamos contra nosotros mismos en gimnasios y absurdas pruebas deportivas, al sur nos miran con espanto como luchamos contra la comida por la que ellos salivan. En el fondo es que somos unos presumidos y unos sobrados. De ahí debe de venir esa moda de servir trozos de comida sobre platos que semejan cuadros cubistas, o realizar shows televisivos en los cuales los protagonistas desparraman alimentos con la sensibilidad de un monólogo dramático de Chuck Norris.

Todo sería más sencillo si para el buen comer aplicásemos la técnica de los monjes cisternienses del monasterio de Santa María de Alcobaça, paisanos ellos de CR, que para mantener lo que hoy llamamos el tipo atajaron por lo sano. La orden esta del Cister promueve el ascetismo y el trabajo manual, la verdad es que debían de ser unos tristes, vivir en pleno medievo sin fútbol ni mujeres y para más inri sin comida; la cosa tendrá un valor aunque yo no lo encuentre.

Pues bien, debió de pasar que la cosa del comer con frugalidad era penitencia más difícil de llevar que la del no follar, por lo que algún prior decidió construir esta puerta: