Un día dejan de ser simples
mortales y pasan al club de los elegidos, ese día son llamados al banquete del
Señor y dejan de ver la realidad con ojos de simples mortales. Aquellos que no
juegan a los dados lanzan sus jugadas maestras, trazan sus estrategias y eligen
sus peones, sus apóstoles. La partida discurre según los mandamientos, según
los artículos; a veces se tuerce un poco pero enseguida se endereza dando
nuevas cartas con revés marcado y encriptado.
Rebaño somos en el
desconocimiento de nuestra fé diseñada. No la discutimos, su aceptación es su
éxito, su disciplina impuesta es indolora y como tal invisible. Vencieron la
anterior o murió de ancianidad, aquella diseñada en los inicios del Imperator y
modificada según convenía hasta su fin; el testigo fue recogido por la nueva
era nacida en la cual los nuevos mandamientos fueron creados según los estrenados
tiempos, donde la nueva fé sustituye a
la anterior manteniendo su condición de misterio, de divinidad: los nuevos
dioses.
Nuevas catequesis fueron creadas,
escuelas sustituyen a templos donde germinan los nuevos rebaños. No se discute
la esencia, se aplica y se da por hecha, por divina. Es así por así tiene que
ser, punto. A partir de ahí llegamos aquí, por ver está si hay que proceder a
la apilación de madera en la pila del señor, o procede un simple ajuste.
Ciertos rebaños están descubriendo un nuevo camino virtual donde se esconde la
crítica, donde nace una nueva apostasía: los nuevos cátaros, montsegur.com.
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Reflexiones nacidas de una
conversación de este pasado domingo en las ruinas de un yacimiento arqueológico.
Hija que pregunta a su padre del porqué de la excavación, padre que contesta
que para saber como se vivía antes, hija que pregunta como intuimos que eso
(el saber) esta escondido en la tierra, padre que contesta que no se sabe lo que
esconde, hija que contesta:
“Como el misterio de nuestra fé”.
Neno Pucho.
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